En un documento único, Joaquina Dalmazzo, nuestra embajadora deportiva en Malvinas, cuenta su experiencia vivida en ese lugar tan caro a nuestros sentimientos. Gracias Joaquina...!
Mi viaje a Malvinas
Soy Joaquina Dalmazzo, de Cañada de Gómez, Santa Fe, tengo 12 años. Nado en aguas abiertas en invierno y verano. Nade en ríos y lagos de distintos puntos de mi hermoso pais, tambien tuve varias oportunidades de nadar en el mar.
Este viaje, empezó con la iniciativa de "Malvinizar a través del deporte", es decir, hablar de Malvinas sin hablar con odio, con las ganas de hacer lo que a uno le gusta, en mi caso la natación.
Fue una propuesta realizada por Claudio Plit, Cuádruple Campeón Mundial de Aguas Abiertas, en una competencia de aguas heladas en Las Grutas, en mayo 2019, donde por mi edad y resistencia, fui convocada a realizar el Desafío del Atlántico Sur, en las Islas Malvinas.
Fue un momento muy importante y emotivo para mi y mi familia, ya que era mi sueño, poder realizarlo, y sobre todo, a mi
corta edad.
Fueron meses de mucho entrenamiento y esfuerzo, no solo físico, sino también mental y económico, repartiendo el tiempo entre
estudio y preparación física y distintas competencias, que hicieron que llegara en óptimas condiciones a este gran desafío.
El 12 de marzo arrancó esta aventura, desde Rosario viajamos a Buenos Aires para esperar el avión que nos llevaría a Rio Gallegos.
Estaba muy nerviosa y llena de ansiedad, sería mi primer viaje en avión, y los nervios de querer llegar a Malvinas, a pesar de que
viajaría con otros nadadores y la compania de mi papa.
Llegamos a Río Gallegos a la mañana temprano, donde nos reunimos con el resto de los nadadores. Ese día Claudio Plit y nadadores locales, organizaron un entrenamiento para simular la temperatura con la que nos íbamos a encontrar en Malvinas,
nadamos en la Ria de Río Gallegos, donde se une el rio con el mar, ahi el agua tiene mucho contenido de arcilla y una temperatura
bastante baja. Es un lugar con muchas variantes en sus corrientes y mareas. Una experiencia muy impactante.
Por la noche salimos a cenar y cuando volvimos al hotel nos encontramos con excombatientes de la ciudad de Lomas de Zamora y
de la provincia de San Juan. Ellos nos contaron historias y anécdotas desde su punto de vista.
Al día siguiente nos volvimos a encontrar con ellos en el aeropuerto. Fue muy lindo ver como se abrazaban llorando de
emoción después de 38 años de verse por última vez.
Ahi crecio mi ansiedad por llegar a malvinas y nadar… el grupo también estaba muy nervioso. Todos ansiosos por llegar y
conocer ese lugar del que tanto se habla.
Fue hermoso ver desde la ventanilla del avión las islas ¡se ven igual que en el mapa!, cuando nos ibamos acercando a tierra, se veían diferentes paisajes, entre ellos las playas, muy pequeño a lo lejos el cementerio de Darwin.
Llegamos al aeropuerto que es una base militar inglesa, pasamos por migraciones y una trafic nos esperaba para trasladarnos los cuarenta kilómetros de camino de ripio que nos separaban del hotel.
Me sente detras del conductor, allá manejan del lado derecho, me daba miedo, me parecia que ibamos a chocar.
Cuando vimos el hotel, nos quedamos sin palabras, ¡era hermoso!, su arquitectura era muy especial, grandes ventanales y
revestimientos de madera.
Esa noche cenamos todos juntos muy temprano, estábamos muy cansados, nos fuimos temprano a descansar.
Al otro día, después de desayunar fuimos al cementerio de Darwin. Viajamos en trafic junto a un chileno que nos hizo de guía, fueron más de una hora de viaje por camino de ripio. Durante el trayecto, el guía iba enumerando lugares donde
nuestros héroes combatieron, donde podíamos ver vehículos utilizados en la guerra destruidos, también había arbustos frutales,
que nosotros no conocíamos. También nos contó el guía que ningún isleño es propietario de las tierras donde vive, el estado se las presta para vivir y trabajarlas, hay muchas ovejas y gallinas.
Llegamos al cementerio de Darwin, había muchísimo viento y hacía frío, éramos los únicos en el lugar. Empezamos a caminar y recorrer el lugar. Lo primero que vi cuando entramos, fue la imponente cruz blanca, que te transmite muchas emociones, que te hace pensar en todos esos chicos que lucharon por las islas olvidadas, todas esas familias que perdieron seres queridos, esos amigos que no todos pudieron volver y el juego y las juntadas quedaron incompletas…
Al lado de la cruz habia un poema que decia:
Niño vestido de soldado
de un golpe te arrancaron
del recreo de tu juventud
y sin preguntarte te ordenaron
ir en busca
de las hermanas perdidas que no conocías.
Llevas en tu mochila, armas de juguete
cargadas de dudas y espanto.
Lloras desconsolado
porque mama no podrá curar tus heridas
en esa guerra que ya no es de fantasía.
Ni papá estará para cuidarte,
cuando alguien más grande quiera golpearte.
Niño vestido de soldado
tan lejos de casa, tan cerca de la nada.
En tierras tan frías
rodeado de chicos desconocidos
con el mismo temor de sus miradas.
Jugaste a ser hombre con carita de niño.
usando técnicas de combate
aprendidas en el barrio con amigos
niño vestido de soldado,
hemos robado tu sonrisa
hemos destruido tus fantasías,
hemos sepultado tu infancia y tus lágrimas
en un lugar tan lejano.
Niño vestido de soldado
que caminas entre nosotros
tan solo y desamparado
cómo en aquellas islas olvidadas.
Quizás algún día puedas perdonarnos,
quizás algún día pudiéramos devolverte
tu juventud despojada.
Nos contó el organizador de este evento, Claudio Plit, oriundo de San Jerónimo, que hay menos tumbas que dicen "soldado argentino sólo conocido por Dios", y que el último reconocido fue Gabino Ruiz Días, y que su mama pudo ir a visitarlo una semana antes que nosotros, después de treinta y ocho años, y no antes porque tiene amputadas ambas piernas y no puede viajar en un avión normal por la silla de ruedas. Viajó en un avión sanitario, todo fue posible gracias a la "Fundación No Me Olvides", y Julio Aro, su director.
Ahí, también hicimos una ceremonia homenajeando a los caídos de Malvinas y a los veteranos, diciendo que era lo que nos había
llevado hasta allí, y dando gracias al organizador por hacer posible esta experiencia.
En Malvinas hay dos tipos de formas de pensar:
● La de los isleños, que están completamente en contra de los argentinos.
● Los ingleses, que tienen una forma de ver y pensar distinta y se dan cuenta las intenciones que tiene cada uno.
En el cementerio tuvimos un mal entendido con un isleño, habíamos sacado una bandera de nuestro país para una foto, que era en el único lugar que estaba permitido, y el no entendió nuestra intención.
De ahí fuimos a Hust Green para nadar en Bahía de Darwin. Estaba muy cerca, en sus costas no hay arena, eran piedras negras y lisas, que no lastimaban los pies. Había mucho viento, pero como era una bahía no había olas. Estaba llena de caracoles, ostras y estrellas de mar de colores muy llamativos, algunas eran de color dorado.
Nadar ahí fue muy emocionante, el agua transparente que se podía ver el fondo, con cada brazada las estrellas de mar subían
acercándose a la superficie y se nos pegaban en el cuerpo. Eran mi sueño las aguas del Atlántico… y después disfrutamos de un rico almuerzo compartido con los nadadores, con dos ingleses como anfitriones.
El era soldado inglés y ella prisionera de los argentinos cuando tomaron las islas. A pesar de todo lo que vivieron, hoy reciben
a argentinos en su hostería. Nos prepararon cordero, verduras y un riquísimo postre.
De ahí volvimos al hotel y salimos a caminar por la costa de Stanley, visitamos el puerto, donde hay focas durmiendo en una pasarela y gaviotas descansando en el mismo lugar, la iglesia y la catedral de la ciudad son muy lindas.
Todo el lugar está muy limpio, la gente es muy amable. En la isla hay solamente dos perros uno en el aeropuerto revisando los equipajes y otro en una escuela, es muy caro poder trasladarlos hasta allá.
Se acostumbra cenar temprano, la gente se reúne en los hoteles a tomar cerveza, los soldados van a cenar, todos se comportan de
forma respetuosa, no hay bares ni lugares de salida nocturna.
Después de un abundante desayuno, donde probé las frutas locales, fuimos en trafic a la pinguinera Surf Bey y el faro de San Felipe. En la pinguinera, los pingüinos eran muy sociables, se paraban al lado del sendero para que le saquen fotos, ahí ellos están tranquilos porque no va mucha gente junta. Transitando esos senderos, se pueden ver playas con colonias de pingüinos y patos, donde están ellos, no se puede llegar, todavía hay minas antipersonales en ese lugar, la última vez que una persona piso ese lugar fue en el desembarco de la guerra.
Atras del faro -que en este momento no está funcionando, dado a que hay un sistema más moderno delante para seguir guiando a los barcos- había una hélice de un barco ingles que había sido tumbado en la guerra a 90 millas a la redonda de ese lugar.
Cuando fuimos a Surf Bey, nos encontramos con los excombatientes y nos empezaron a contar anécdotas. Nos contaron el ¿por qué? de la guerra, y nos dijeron que a ellos los habían reclutado para hacer una invasión militar de tres días, que era ir a Malvinas y cambiar la bandera inglesa por la de nuestro país por tres días, romper el tratado de que las islas eran
inglesas, por los cientocincuenta años de que la corona inglesa gobernaba las islas. Cuando se estaban por volver les llegó un
comunicado de nuestro país que decía que inglaterra había declarado la guerra.
También que hundieron un barco desde Surf Bey con un cañón -que transportaron desde el aeropuerto viejo con camión ya que no tenía ruedas porque lo habían bombardeado- y un misil. Con un hierro doble t apoyado en una piedra gigante trabaron el
cañón con otra piedra y junto a un ingeniero acomodaron la altura, la longitud y latitud hacia un buque donde transportaban:
● Aviones
● Tanques de guerra
● Helicópteros
● Vehículos para transportar soldados
● Todo tipo de armamentos
● La mayor cantidad de soldados.
Hundiendo ese buque pidieron retrasar el ingreso de más soldados ingleses y nuestro rendimiento. Los soldados ingleses, tuvieron que trasladarse hasta la costa en balsas y luego caminar hasta Stanley, ciudad de las islas, donde tenían refuerzos. Los ingenieros y soldados argentinos habían colocado 35000 minas antipersonales, donde todavía hoy, en esa zona hay personal nigeriano arriesgando su vida para desactivar las minas, para la seguridad del resto de los habitantes.
Que ingleses habían tumbado un avión argentino y el avión y el piloto cayeron al mar, el avión desapareció, pero el piloto sobrevivió, porque tenía un traje de neoprene debajo de la vestimenta, era un surfista de Mar del Plata.
Que por error derribaron un avión argentino, por que cuando los ingleses estaban atacando le tomaban las señales de los radios de los aviones, de los aeropuertos y los puntos de concentración, justo habían empezado a atacar y de urgencia cortaron todos radios y no pudieron tomar comunicación con el avión, y le tiraron una bomba, cuando el avión cayó murió el piloto.
Nadamos en Surf Bey mientras que los excombatientes les seguían contando historias y anécdotas a nuestros acompañantes.
El lugar donde nadamos estaba más abajo de los caminos, tuvimos que bajar caminando entre piedras gigantes por un lugar donde no había camino, nos agarrabamos de las piedras, fue todo un desafío bajar a esa playa tan especial. Cuando llegamos, a ese hermoso lugar su arena fina, sus grandes rocas, el viento frío que te pegaba en la cara, el ruido de las olas… y nuestros soldados que lucharon en las islas en condiciones tan extremas te pones a pensar: "Si nuestros soldados lucharon por las islas con frío, miedo y hambre ¿porque no voy a poder nadar acá? es mucho más fácil que luchar en condiciones extremas"
Entré al agua, esta vez sin traje de neoprene, objetivo que quería cumplir, me dio miedo al principio, por las olas tan altas, no sabía cómo enfrentarlas, pero luego me dio seguridad cuando me di cuenta que el agua si vos haces las cosas con seguridad y responsabilidad no te va a pasar nada, si vos enfrentas con miedo e irresponsabilidad, la naturaleza lo va a responder de la misma forma.
El agua me encanto. Aparte siempre estuvo Claudio Plit para cuidarnos dentro del agua. Después a la vuelta, fuimos a "El Tótem" de las ciudades en el que cada uno puede poner un cartel que diga su país o ciudad y la distancia aproximada hasta esta.
Al otro dia, a solo cinco kilómetros, fuimos a Monte Longdon donde el recorrido empezaba en una trinchera.
Empezamos a subir, era muy difícil. Era sedimento sobre sedimento, como había llovido hace poco se habían formado bañados y canales que partían la tierra, los cuales estaban llenos de agua y por la gran cantidad de agua y por la gran cantidad de pasto no se veía donde se caminaba, entonces te caías y te mojabas todo. Llegamos a un cuarto del recorrido. Había muchas piedras, ollas
populares con sus garrafas de gas y muchos pozos provocados por bombardeos.
En el medio de todas esas piedras había una placa que un teniente le dedicaba a sus soldados que habían muerto en el medio de la guerra, que le daba orgullo ver como sus "soldaditos" luchaban por nuestra nación.
Cuando terminamos de subir al monte longdon, había cañones destruidos y otros que no estaban en tan mal estado.
Cuando estábamos almorzando, nos llego un mensaje que decía que iban a cerrar las fronteras y que nos teníamos que volver sí o sí el día siguiente o sino ibamos a correr el riesgo de tenernos que quedar un mes y medio allá.
Aunque no pudimos terminar nuestra estadía -faltaron nadadas y recorridos-, tenemos el orgullo de haber nadado en aguas de
Malvinas, haber conocido lugares únicos y no tan accesibles para todos los argentinos, escuchar anécdotas en primera persona de
nuestra historia y haber sido parte del Desafío del Atlántico Sur.
Estoy muy contenta por haber complido uno de mis sueños, espero que en algún momento la vida y el agua... me lleve de vuelta...
Joaquina Dalmazzo