
Entramos a recorrer la última hoja del calendario, ese que cuenta días, semanas y meses y que está colgado en la pared o pegado en la
heladera de nuestros hogares, o en el lugar de trabajo. Ese que nos anuncia que llegan pagos, aguinaldos, utilidades, las ganancias que se producen por nuestros servicios. Y está el otro almanaque, el que llevamos dentro, que nos recuerda que sumamos años en el trayecto de la vida.
Algunos ven cristalizar sus sueños y esperanzas de días mejores. Jóvenes y adultos cursan un nuevo año, aumentando sus conocimientos para capacitarse y mirar con otras perspectivas el porvenir. Amores que ya pasaron y otros que asoman por la ventana del alma, abriéndose camino en nuestros sentimientos para llenar de nuevas y hermosas esperanzas los tiempos que aún nos quedan por vivir.
Los adolescentes ansían que pasen rápido los años para alcanzar mayores libertades, mientras otros… quisiéramos detener el tiempo para no envejecer. Muchos nos sentimos satisfechos, y otros no, porque en la ruleta de la vida —donde todos participamos— se gana y también se pierde.
Llegan los recuerdos de quienes ya no están físicamente, aunque su alma y su presencia vivan eternamente en los suyos. Son ironías de la vida: ella jamás detiene su andar. Siempre dinámica, controversial, hermosa, coqueta como una bella mujer; cambia de luz, algunos días radiante y otros menos glamorosa, pero igual de atractiva. Siempre avanza, sin pausas, contorneándose al ritmo del tiempo. Nadie quiere dejar de vivir para seguir disfrutando tanta belleza.
Así es la vida, amigos: llueve y sale el sol, oscurece y amanece, hace frío y calor. Son etapas cambiantes de un planeta que no detiene su girar por bendición de su Creador.
Diciembre es un mes para reconciliarnos con nuestros seres queridos, para limar asperezas, para la unidad familiar. Para recordarnos que somos una misma especie, racional, no ajenos ni extraños. Toda la humanidad tiene un solo Padre; nosotros somos sus hijos, cumpliendo una etapa transitoria en este paso por la vida. Y más allá de los coscorrones que suele darnos, ella merece que disfrutemos cada día que nos regala, porque la vida es hoy y ahora. El ayer ya pasó, y el mañana nadie lo tiene garantizado.
Feliz diciembre y feliz cierre de año para todos.
Víctor Retagliata
#Diciembre #cañadadegomez




































