Evangelio según San Lucas 11,14-23.
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,
pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras,
pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Catequesis 27
“El que no recoge conmigo, desparrama”
Bajo las burlas, tu Maestro no se enfada, ¿y tú te pones nervioso? Él soporta salivazos, bofetadas, latigazos, ¿y tú no puedes escuchar una palabra dura? Él acepta la cruz, una muerte deshonrosa, la tortura de los clavos, ¿y tú no aceptas cumplir los oficios menos honrosos? ¿Cómo vas a participar de su gloria (1P 5,1) si no aceptas participar de su muerte deshonrosa? Verdaderamente, resulta inútil que hayas abandonado las riquezas si no quieres tomar la cruz como él mismo lo ordenó con su palabra de verdad. “Vende lo que tienes y dáselo a los pobres” ordenó Cristo al joven y también a nosotros, “y toma tu cruz”, y “sígueme” (Mt 19,21.16,24). Has distribuido bien tus riquezas, pero sin aceptar tomar la cruz, es decir, soportar valientemente los asaltos de todas las pruebas; te has apartado del camino de la vida y separado, para tu desgracia, de tu dulce Dios y Señor.
Os ruego, hermanos, que observemos todos los mandamientos de Cristo, que por amor al Reino de los cielos, soportemos hasta la muerte las pruebas que nos asaltan, a fin de participar de la gloria de Jesús, de la vida eterna y de heredar el disfrute de los bienes indecibles en Cristo Jesús, nuestro Señor.