Evangelio según San Lucas 24,35-48.
Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo".
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?".
Ellos le presentaron un trozo de pescado asado;
él lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos".
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto."

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 81 (frm trad.evangelizo.org©)

 

«Él mismo estaba allí, en medio de ellos, y les dijo: ‘La paz sea con ustedes’»
La Judea en rebelión había ahuyentado la paz de la tierra…y sumido el universo en su caos primordial…Entre los discípulos, también persistía la guerra; la fe y la duda tenían una furiosa confrontación entre ellas…Los corazones, lugar en el que la tormenta desplegaba su rabia, no podían encontrar ningún remanso de paz, ningún puerto en calma.
Frente a ese espectáculo, Cristo, quién sondea los corazones, quién ordena a los vientos, quién domina las tempestades y quién por medio de un solo signo cambia la tormenta en un cielo sereno, los fortaleció de su paz diciendo: “¡La paz sea con ustedes! Soy yo; no teman nada. Soy yo, el crucificado, el muerto, el sepultado. Soy yo, su Dios que por ustedes se volvió hombre. Soy yo, vivo entre los muertos, venido del cielo al corazón de los infiernos. Soy yo. No un espíritu revestido de un cuerpo, sino la verdad misma hecha hombre. Soy yo y la muerte me huyó, los infiernos me temieron. En su espanto, el infierno me proclamó Dios. No tengas miedo Pedro, tú que me negaste, ni tú Juan que huiste, ni todos ustedes que me abandonaron, que sólo pensaron en traicionarme, y que aun viéndome todavía no creen en mí. No teman, soy yo. Los he llamado por la gracia, los he escogido por el perdón, los he sostenido por mi compasión, los he llevado en mi amor, y los tomo en este día por mi bondad."