Evangelio según San Juan 3,16-21.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.


Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Hipólito de Roma (¿-c. 235)
presbítero y mártir
La Tradición apostólica

«El que realiza la verdad se acerca a la luz»
Cuando el obispo está presente, llegada la noche el diácono trae la lámpara. De pie en medio de todos los fieles presentes dará gracias. Primero saludará a todos diciendo: «El Señor esté con vosotros» Y el pueblo responderá: «Y con tu espíritu» «Demos gracias al Señor» Y se dirá: «Es digno y justo que le sean dadas la grandeza y la elevación así como la gloria»... Y orará de esta manera diciendo:
«Te damos gracias, Señor, por tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor por quien nos has iluminado revelándonos la luz que nunca se apaga. Puesto que hemos acabado la jornada y hemos llegado al comienzo de la noche saciándonos de la luz del día que has creado para nuestro gozo, y puesto que ahora, por tu gracia, no nos falta la luz de la noche, te alabamos y te glorificamos por tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, por quien te son dadas gloria, poder, honor, con el Santo Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén». Y todos responderán: «Amén».
Y orando, se levantarán después de la Cena. Los niños dirán los salmos, y lo mismo harán las vírgenes.