Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4a.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de
mí.
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.
Les he dicho esto para que no se escandalicen.
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.
Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.»
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Bulle Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
«El envío del Espíritu Santo» (frm trad.evangelizo.org©)
“El envío del Espíritu Santo”
Hay que considerar que, cuando se dice que el Espíritu Santo ha sido enviado, no es que cambie de lugar, puesto que él llena el mundo entero, como lo dice el libro de la Sabiduría (Sb 1,7), sino que comienza a vivir de una nueva manera, por la gracia, en aquellos que él convierte en templo de Dios: “¿No saben que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (1 Cor 3,16)
Y no es una contradicción decir que ha sido enviado y que viene, pues decir que viene, nos hace ver de manifiesto la majestad de su divinidad, él que “opera” “como lo desea” (1 Cor 12,6 y 11), y decir que es enviado, muestra que procede de otro. En efecto, el hecho de santificar a la creatura racional habitando en ella, lo recibe de otro, de quién recibe el ser, como el Hijo recibe de otro todo lo que hace.
Remarquemos también que la misión del Espíritu Santo viene conjuntamente del Padre y del Hijo, así como lo expresa el Apocalipsis: “El Ángel me mostró el río de agua de la vida-es decir el Espíritu Santo- procedente del trono de Dios y del Cordero- es decir de Cristo.” (Ap 22,1) Es por esta razón que, para la misión del Espíritu Santo, se hace mención del Padre y del Hijo por los cuales, en virtud de un mismo e igual poder, es enviado. También Cristo presenta a veces al Padre como aquél que envía, pero no sin el Hijo “El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre” (Jn 14,26) y a veces se presenta él mismo como aquel que envía, pero no sin el Padre: “que yo les enviaré desde el Padre” porque todo lo que opera el Hijo, lo saca del padre: “Le Hijo no puede hacer nada por su cuenta.” (Jn 5,19).