1) La región: Hoy celebramos a dos pilares de la Iglesia, san Pedro y san Pablo. Recordemos que la tradición nos cuenta que Pedro predicó en la sede del
imperio romano, logrando el enfurecimiento de muchos. Porque cuando uno anuncia la verdad a muchos no les gusta o les incomoda, porque creer en Jesús implica un estilo de vida y un modo de vivir. Recordá que muchos el único evangelio que conocerán es tu vida y eso lo tenía en claro Pedro. Por eso mismo nos habla la tradición que, cuando Nerón lo iba a ejecutar, estaba escapando Pedro y escuchó la voz que le dijo “dónde vas Pedro”. Allí recordó las palabras de Jesus de cómo iba a morir. Murió crucificado boca abajo, ya que no se sentía digno de morir como su Señor. Hay veces que nos queremos escapar de ciertos dolores o de ciertas situaciones, pero ello es parte de nuestra entrega y Dios hace de nuestra muerte fuerza para muchas generaciones.
2) Pablo: En Pablo vemos la sapiencia. Era un hombre culto y venía de familia adinerada, por ello tenía hasta incluso la ciudadanía romana. Era un hombre que gozaba de anunciar a Jesús y, de ser perseguidor, pasó a ser perseguido. Porque quien vive la fe cambia y por la fe puede generar cambios en muchos. Murió bajo la espada y le cortaron la cabeza, porque muchos prefieren cortarnos la cabeza a escuchar la verdad. Predicar implica muchas veces ser desacreditado y cuando mostramos que otros están en falta o defendemos la Iglesia muchos otros tratan de martirizarnos.
3) La Iglesia: Hoy quiero pedir por la Iglesia ante nuestros pilares. Pedir por los que somos perseguidos por nuestra prédica; pedir por esta Iglesia a la cual tratan de humillar y nos quieren meter a todos en la misma bolsa por aquellos casos de pedofilia o por los abusos de nuestros sacerdotes. Quiero pedir por la Iglesia, para que siga adelante incluso cuando nos calumnian y agigantan nuestros errores. Pero me quedo tranquilo, recordando que ya tenemos más de 2025 años en este mundo y la iglesia continúa más viva, mostrando que quien cree todo lo puede y porque todos tenemos algo de Dios en lo más profundo. Algo bueno está por venir.