1) Tu hermano: Es saber que no estamos en una cacería de brujas. Hay gente que tiene ese síndrome de “buceador de pecados”, porque le encanta meterse en el fondo de tu vida para encontrar un error o remarcar algún pecado de tu vida. No podés vivir así y mucho menos andar en la vida con gente así. Incluso hay gente que desde allí te aprisiona, manejándote desde la culpa o desde el sentido de “yo sé lo que hiciste por eso haceme caso, sino hablo”. O te quitan el crédito porque como saben de tu error o tu pecado, “ya no podés decir nada a nadie”. Eso es olvidarse de que el otro es tu hermano y es, más que nada andar buscando esclavos.

2) Escucha: Corregir es tarea tuya y mía, es el proceso de aceptar que el otro tiene un error y también es aceptar que yo puedo cometer errores. Es a través de los errores que voy descubriendo que no sé todo y que no soy perfecto, por eso en la vida tengo que aprender a escuchar y saber escuchar a los demás. Hay gente que te dice las cosas bien y te las dice desde el corazón. Por eso es importante saber escuchar porque eso te permitirá descubrirte y saber qué error, qué pecado estás cometiendo, pero también descubrirás quién realmente te viene a decir las cosas porque te quiere, porque te lo dice de buena manera.

3) Aten: Se debe intentar corregir y acompañar, es necesario descubrir que el otro también tiene una oportunidad. Alguna vez te conté que asistía a un grupo de curas que solo marcaban los errores de otros curas y ellos se mostraban los pulcros y perfectitos y todos los demás eran una manga de pecadores. Es triste cuando ves al hermano que, en vez de generar una actitud samaritana, de cercanía al que se equivocó, se pone como fariseo para condenarlo y dar a decir: “este no va porque se equivocó en esto y lo otro”. Hay veces que somos muy duros con el que se equivoca, en vez de mostrar solidez a quien necesita que se lo acompañe y acoja.