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El Papa me enseñó
que con lo simple se llega lejos,

que el amor al prójimo
es el único camino verdadero.

Que no hace falta oro ni corona
para ser rey del mundo,
solo riquezas del alma.

Que es la gota constante la que vence a la piedra,
no el mar que todo lo arrasa.
Que estar, simplemente estar,
puede ser suficiente para ser feliz.

Que el estudio libera,
y la empatía —junto a la inculturación—
son llaves que abren corazones.

Francisco, buen viaje.
Seguro pronto serás Santo.
al menos aquí en la tierra ya lo fuiste.