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"Después de la ascensión de Jesucristo al cielo,

María ardía continuamente en el más vivo deseo de reunirse con él. En ausencia de su divino Hijo, le parecía encontrarse en el más duro destierro.
Aquellos años en los que tuvo que estar separada de él, fueron para ella el más lento y doloroso martirio, martirio de amor que la consumía lentamente".