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Hoy estamos presentes para homenajear a Ángel Ceriani por su trayectoria con la música folclórica. Nacido y criado en Cañada de

Gómez, vivió toda su vida en esta ciudad. Lo conocen su familia, sus amigos y todo el barrio Parque.

Desde la Casa del Senado de Cañada de Gómez, y con la participación de familiares, se realiza esta emotiva reunión en la que se le entrega la medalla “Orgullo de Iriondo”. Este reconocimiento es otorgado por el Senador Hugo Rasetto, a través de la distinción que su iniciativa promueve.

Ángel Ceriani es orgullo de nuestra ciudad por su trayectoria y su aporte a la música popular. Con 66 años de vida y casi cinco décadas abrazado al escenario, su voz y su bombo han marcado el pulso del folclore en nuestra región, llevando alegría, raíces y pertenencia a cada lugar donde se presenta.

El amor por el folclore nació de una escena simple y decisiva: manejando su auto Fiat 128, un amigo subió, vio un casete y preguntó “¿lo puedo poner?” Sonó Niña de San Ignacio de Horacio Guarany, y ese día Ángel descubrió el mundo que lo acompañaría toda la vida.

Comenzó a los 19 años, primero cantando y tocando el bombo en solitario. En 1987 dio origen a su grupo “El Canto de Las Tres Lunas”. El nombre surgió durante la primera edición del Festival de las Tres Lunas: luego de cantar dos noches seguidas, Ángel sintió que el festival necesitaba su propia canción. Con una pizza en mano escribió la letra que se convirtió en el himno del festival, una obra que aún hoy lo identifica.

Ángel fue telonero de grandes referentes del folclore argentino, como Horacio Guarany, Los Nocheros y El Chaqueño Palavecino. Recorrió escenarios de toda la zona y participó repetidas veces en las peñas del Festival de Cosquín. También actuó en el Monumento a la Bandera, llevando su voz a uno de los escenarios más emblemáticos del país.

Su familia es parte esencial de su historia artística: su hija María Belén lo acompaña con la guitarra, y su hijo Horacio lo acompañaba en el bombo. Ambos se formaron como maestros de baile folclórico en el Club Sarmiento, heredando y multiplicando el amor por la música y la danza que atraviesa a la familia Ceriani.

Cuando le preguntamos cómo le gustaría que lo recuerden, respondió con autenticidad: “Si no está el folclore, no hay festival”, y entre risas agregó que aún tiene pendiente aprender a tocar bien la guitarra. Esa sinceridad refleja su esencia: un artista querido, cercano, humilde e imprescindible.

Hoy, al recibir la medalla “Orgullo de Iriondo”, celebramos su dedicación, su voz que reúne, su bombo que convoca y esa canción que mantuvo viva durante toda su vida.

Celebramos a Ángel Ceriani por su aporte invaluable al folclore de nuestra región y por demostrar que la música nacida del corazón puede convertirse en un legado para siempre.

Por siempre Goly...!