
¡Buen día, Cañada linda, buen día mi Región entera!
Noviembre ya va llegando al final de su carrera,
y el año se nos escapa suave, como en la pradera
se pierde el olor del pasto cuando la lluvia se acerca.
Quedan atrás días largos, el surco, el sol y la siembra;
noviembre se va dejando perfume a tierra que tiembla,
y un puñadito de sueños que en el alma siempre queda,
igual que el oro del cielo cuando la tarde se apaga lenta.
Y ya diciembre asomando, con su luz nueva y sincera,
nos trae fiesta, esperanza y la promesa que prospera:
que lo que viene adelante—con fe, trabajo y espera—
será mejor que lo que pasa… y valdrá la pena entera.




































