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Pareciera que diciembre nos sensibiliza y nos dispone, especialmente a quienes ya hemos recorrido un largo sendero, a que regresen

viejas remembranzas que iluminaron aquellos días. Como una evocación íntima, vuelven las imágenes y los recuerdos de las Nochebuenas y Navidades de antes: la mesa larga, el patio grande, los abrazos y las emociones compartidas con esos seres queridos que ya emprendieron su camino hacia la ausencia.

La memoria también nos devuelve la ilusión de los niños que fuimos, contemplando el pesebre y el árbol navideño encendido, soñando con la magia inocente de la infancia y con ese deseo cumplido del largo trencito o de la flamante pelota que jamás olvidamos.

Alguien dijo alguna vez que la vida siembra recuerdos y cosecha añoranzas. Tal vez por eso diciembre nos acerca nostalgias.

Coco González